¿Por qué encuadernar?

¿Por qué encuadernar?

Me gusta muchísimo leer (quisiera tener tiempo para hacerlo más) y hay un par de textos que amo donde dos extraordinarias mujeres se preguntan a sí mismas ¿Por qué escribir? [1] Estas dos mujeres, Patti Smith y Maria Zambrano, escritoras potentes y consagradas, tuvieron la intuición de hacerse la pregunta por su propio quehacer, su estar-en-el-mundo.

¿Qué respuesta daría yo a la pregunta por mi propio hacer? He decido escribir este texto como inaugurando el blog en mi web (te prometo que el resto de los posts no serán tan filosóficos ni tan personales para que no salgas huyendo del rollazo, jaja) porque creo que es muy pertinente hacerse esta pregunta como artesana, como mujer, como migrante y como maestra en Historia del Arte.

Por qué comencé a encuadernar fue una cosa circunstancial, azarosa y personal, no te voy a aburrir con los detalles, pero por qué continué haciéndolo sí que te puede resultar interesante.

Soy una amante del arte, y hace muchos años pensaba que no tenía talento artístico. No sabía dibujar, ni pintar, ni nada sobre colores o técnicas. Empecé a estudiar Historia del Arte porque pensé que sería más apropiado para mí el teorizar alrededor de las diferentes corrientes y estilos que “producir” algo. Pasó mucho tiempo antes de darme cuenta de cuánto poder tenían en mí y tienen en la sociedad las categorías “arte” (junto con sus artistas-genio, sus talentos innatos, su idea de originalidad, etc.), “diseño”, “artesanía”, “oficio”. Yo las ordenaba sobre la base de una estructura jerárquica y pasó mucho tiempo para que me diera cuenta que ese sistema de valoración era, por decir lo menos, arbitrario.

De hecho, todas estas categorías se establecieron durante la Edad Media (aunque podríamos rastrear su origen mucho antes, hasta Platón) en donde se establecieron cuáles eran las artes liberales [2] y en ellas no cabía casi ninguna de las disciplinas que hoy conocemos como Bellas Artes porque, en este momento, lo que se buscaba enaltecer eran los ejercicios intelectuales que elevaban el alma hacia algo más puro. Todo lo que se hiciera con las manos tenía entonces, un carácter inferior.

¿Y el cuerpo?

Tiempo después, durante el Renacimiento, los oficios como el de la escultura y la pintura se comienzan a revalorizar. Y estoy escribiendo conscientemente la palabra “oficio”. En en cinqueccento hubo incluso una disputa en donde los artistas intentaron exponer y explicar por qué sus oficios deberían ser considerados artes porque antes no lo eran. [3] ¿Y por qué no lo eran? Pues sencillamente porque había que poner en ellos un esfuerzo físico, había que usar el cuerpo para cincelar y usar el pincel, y el cuerpo, desde el comienzo del pensamiento filosófico (y religioso), siempre había sido relegado a lo “impuro”, “desdeñable”, “traicionero”, “mentiroso”, etc. .

En el Renacimiento, la mayoría de las veces, al hacer apología de estos oficios, el argumento más recurrente era que no sólo se tenía que usar el cuerpo, sino que el esfuerzo requerido para realizarlo era también del tipo intelectual. Es decir, el cuerpo importaba, lo que se hacía con las manos importaba, pero solo porque a través de ellas se llegaba a algo más trascendente. La distinción cuerpo-mente seguía importando.

¿Dónde queda, entonces, la encuadernación?

La encuadernación tiene una historia bien interesante (prometo contártela más bonito en otro post con menos rollo), pero digamos que es un oficio al que nunca se le permitió pasar de ahí, de lo “meramente manual” a pesar de que los encuadernadores hacían una pieza a la vez, trabajaban durante semanas en un solo ejemplar, diseñaban la encuadernación tomando en cuenta el contenido del libro, usaban técnicas súper complicadas, etc… Y sí, aunque algunos gozaron de fama y se les comisionó ejemplares increíbles para reyes y magnates, pues de ahí no pasó. Nunca fueron artistas. [4]

¿Entonces la encuadernación es una manualidad?

Así, de pronto, mi primera respuesta sería un NO tajante. Pero si me preguntan por qué no, diría lo mismo que los artistas del Renacimiento sostenían: es algo que se hace con las manos, pero con un fin más allá: preservar lo que hay dentro. Es un oficio en toda la extensión de la palabra, uno al que no le hizo falta elevarse hasta la categoría de arte para subsistir, y que, sin embargo, así como el arte, tuvo que evolucionar, romperse y volverse a formar, para poder subsistir.

Imagen de una libreta en proceso de creación. La costura del lomo está siendo cosida

Las manualidades no pasan de ser un entretenimiento, un ejercicio ocioso (sin demeritar al ocio, todos necesitamos del ocio) para crear algo “bonito”.

La encuadernación es un ejercicio tanto físico como emocional como intelectual. Encarna un montón de sensibilidades, da forma a las ideas, ordena las palabras, da formato a los textos. La historia entera de la literatura está fundada sobre sus bases. Y más aún, es capaz de convertirse de un mero medio a un fin en sí mismo… Así que le falta muy muy poquito para convertirse en arte.

¿Qué cosas tendría en común con el arte? Los cánones, los estilos, la búsqueda de la belleza. Sin embargo, a ningún encuadernador se le ha llamado nunca “genio”.

¿La encuadernación es artesanía?

Esta es una pregunta que me he hecho muchísimas veces, sobre todo desde el momento en que emigré desde México hacia Barcelona. Tardé en darme cuenta que en Latinoamérica y en Europa tenemos un concepto de artesanía muy diferente. En América Latina (y sin investigar demasiado, podría decir intuitivamente que también en lugares como África o Asia), la artesanía es un oficio que se hereda, que utiliza técnicas que no han cambiado demasiado a lo largo del tiempo y que, sobre todo, reflejan la cosmovisión y sentir de los pueblos originarios y cuya técnica tendríamos que preservar. En ese sentido, la encuadernación no podría ser una artesanía.

Sin embargo, al llegar a Barcelona y ejercer el oficio aquí fui catalogada de inmediato como “artesana” y, lejos de molestarme, me gustó bastante el epíteto. Solo que muchas veces siento que me queda grande porque la tradición que hay detrás de lo que hago no proviene de saberes ancestrales del corazón. En Europa, artesanía es todo lo que se hace con las manos, sin más.

Un cuadernillo es perforado usando un punzón metálico y una cuna de perforación de madera

¿Qué es, entonces, la encuadernación para mí?

Creo que me quedaré con la única certeza: es un oficio. Los oficios son nobles, los oficios son manuales y también intelectuales, y más aún, emotivos. Ellos, además, hasta hace muy poco, habían sido tareas exclusivamente masculinas. No se les exige, como si de un sacrilegio se tratara, de que se mantengan inalterables los cánones. Los oficios cambian, fluyen con los tiempos, tienen la libertad de hacer cosas feas solo porque sí, solo para aprender. En ellos se disfruta todo: desde la idea, pasando por el proceso, hasta el resultado final. Son procesuales, gestuales. Los oficios no son tan pretenciosos: resultan en cosas bellas solo porque sí.

A mí personalmente no me hace falta algo que me lleve a un estado trascendental. A mí me interesa lo que hay en el medio: la comunidad que se crea alrededor del libro, las reflexiones, las charlas, la tranquilidad que brinda. Los libros, como objetos, son maravillosos, pero más bonito es hablar con la gente que ellos hace, que los lee, que los valora. Pregúntale a quien quieras cuál es su libro favorito y aprenderás de él/ella más que en cualquier otro momento. Las sensibilidades que se desarrollan y desahogan en los libros son tan burdas o tan finas como la humanidad misma. Y todo eso es válido. El libro es el invento más fantástico de la humanidad.

Vista lateral del proceso de cosido de varios cuadernillos para formar el cuerpo del libro

Y para terminar y despedirme quiero añadir que, personalmente, la encuadernación ha sido un aprendizaje interno muy potente. El Libro Rojo ha sido mi salvavidas en más de una ocasión, me ha dado un lugar en el mundo en los momentos en que pensé que no lo tendría. Me ha fijado y dado un propósito. Me ha sacado de mi estado de confort y me ha hecho convertirme en una mejor versión de mí misma.

En México, alguna vez en mi familia hicieron la pregunta de “¿y por qué te dedicas a la encuadernación si tú sí estudiaste?” (otra vez, los oficios considerados como de menor valor que las artes por ser manuales), y no supe contestar exactamente. Hoy diría que me dedico a esto porque es mi personalísima manera de disfrutar la vida y conectar con la humanidad a mi manera. Al final, creo que daría la misma respuesta que Patti a su pregunta de por qué escribe… “Because we cannot simply live”. [5]

Cuéntame… ¿tú por qué encuadernas?

[1] Los textos a los que me refiero son: Patti Smith. “A dream is not a dream” en Devotion (Yale Universitiy Press, 2016), pp. 87-93. y María Zambrano. “¿Por qué se escribe?” en Hacia un saber sobre el alma, (Madrid, Alianza Editorial ), pp. 35-44

[2] Las Artes Liberales estaban organizadas en el Trivium (gramática, la dialéctica y la retórica) y el Quadrivium (aritmética , la geometría, la astronomía y la música).

[3] Si te interesa este tema, puedes confrontar la descripción que realiza Vasari sobre la vida de Miguel Ángel. Cf. Giorgio Vasari. “Miguel Ángel Buonarroti, florentino, pintor, escultor y arquitecto” en Las vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos desde Cimabue a nuestros tiempos, (Madrid, Cátedra, 2010), pp. 745-772.

[4] Un caso parecido que podríamos reflexionar es el del bordado. También se le ha demeritado como a la encuadernación, incluso más por ser una actividad eminentemente femenina y no se le consideró como un medio artístico. Sin embargo, muchas mujeres artistas contemporáneas se han apropiado de él precisamente por esto y han creado piezas feministas poderosas con críticas agudas al Arte mainstream. Puedes hacer una búsqueda en google de artistas como Louise Bourgeois o Judy Chicago, por mencionar un par.

[5] Patti Smith. Op. Cit., p. 93.

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